Coche eléctrico: ¿es limpio?

Actualmente vivimos un periodo clave para el clima. La ecología y el calentamiento global nunca han estado tan en el punto de mira ni han sido tan preocupantes, especialmente para el gobierno, que ha decidido lanzar su gran cacería de carbono.

Naturalmente, no sólo se trata de la combinación energética, sino también del transporte y, por supuesto, el vehículo privado no es una excepción a la regla. 2021 es ya un año crucial con la introducción de una sanción ecológica de una severidad sin precedentes para los vehículos térmicos más contaminantes. La ambición del Gobierno es evidente: sentar las bases de la transición a los vehículos eléctricos.

Este famoso vehículo eléctrico, fuente de todos los milagros hasta el punto de que empresas como Tesla alcanzan capitalizaciones récord (incluso después de largos períodos sin ganar un dólar). Sin embargo, en contra de lo que se suele afirmar, el vehículo eléctrico no es de «cero emisiones», ni siquiera limpio. Además, el término «vehículo limpio» es una utopía en el sentido de que todos los procesos industriales previos a la salida del vehículo de la fábrica siguen siendo muy contaminantes. Entonces, ¿qué es realmente? ¿Es el vehículo eléctrico realmente el futuro del automóvil? ¿O es que los gobiernos nos empujan hacia una tecnología especulativa sin saber lo que hacen? Crestanevada arroja algo de luz sobre el nebuloso mundo de los coches eléctricos.

Lo que hay que entender es que aunque un coche eléctrico parece limpio cuando está en marcha, no lo es cuando se crea. Sus componentes, como la batería, utilizan un conjunto de materiales raros (neodimio, cobalto, grafito, litio) cuya extracción y refinado requiere el uso de grandes cantidades de agua y productos químicos, que generan niveles de contaminación del suelo extremadamente altos.

La mayoría de estos materiales proceden de regiones como Asia, Sudamérica y África, donde los trabajadores pobres sufren de lleno la contaminación del aire y de las aguas subterráneas, por no hablar del transporte de estos materiales, que provoca una huella de carbono bastante cuestionable. Por el momento, el parque mundial de vehículos eléctricos es bastante reducido, pero ¿qué pasará si todo el mundo se vuelve eléctrico? Será importante que los procesos industriales evolucionen hacia operaciones más limpias y responsables, a riesgo de que la contaminación que sale por una ventana pueda volver por otra.

En una fábrica, la fabricación del propio vehículo requiere el doble de energía que la de un vehículo con motor de combustión (sobre todo en el caso de determinados componentes que requieren procesos de fabricación a muy alta temperatura) y tiene un consumo energético a lo largo de su ciclo de vida similar al de un motor diésel. Sin embargo, si la industria avanza hacia lo eléctrico, es seguro que los procesos se irán modernizando y mejorando.